Hola a todos, hoy os quiero compartir un pequeño discurso que realicé con motivo del homenaje a las vencedoras del descenso del Sella, un pequeño resumen de mis «aventuras» y experiencias como deportista y mujer:
El ganar el Sella en mi época era un gesta; yo tenía el sueño de participar, pero mi club no disputaba esta prueba. Por aquel entonces, un verano fiché por un club de León para poder bajar el Sella. Lo hice en K-2 Mixto; no recuerdo con quien baje, se nos rompió el timón y el tipo se quería retirar. Le até el cable del timón al pie, porque yo siempre terminaba mis descensos…
También recuerdo, en el año 70 cuando gané con mi club, el Vallehermoso. En aquel momento, la salida de las llamadas “categorías inferiores”, entre las cuales estábamos las damas, salíamos en primer lugar. Te llevabas palazos y golpes de los k-2 y k1 por todas partes; no había miramientos. A mi lo que verdaderamente me preocupaba era saber si el K-1 que me adelantaba era chico o chica y para ello miraba a su espalda para comprobar si llevaba sujetador…
A pesar que la llegada para las damas era a mitad de trayecto, mi club no nos recogía hasta el final del descenso, por lo que me acababa haciendo todo el recorrido.
Recuerdo la noche antes; durmiendo en tienda de campaña; todo el mundo estaba de juerga y las chicas llamábamos la atención y teníamos a más de uno merodeando y tocando las guitarras alrededor nuestro sin dejarnos dormir y al día siguiente teníamos que competir y para nosotras era muy importante.
He vivido el descenso de muchas maneras: paleando; he ido en el tren fluvial como turista y en clase VIP; he ido en bici, en coche; he entrado por el mar recorriendo la costa cantábrica; he bajado con estas empresas que alquilan canoas super pesadas y me he encontrado también con este Sella más turístico del café y el bocadillo.
Estos últimos años lo he bajado un par de veces con motivo del Sella adaptado.
He colaborado (en la sombra, como solíamos hacer las mujeres), el año que se decidió realizar el cambio de orden en las salidas; recuerdo que hubo sus más y sus menos (tuvo detractores)
El Sella no es sólo que lo que ven o viven los asturianos. Os puedo decir que lo conocen en todo el mundo. Sin ir más lejos, a mí, personalmente, ser vencedora del descenso del Sella me ha abierto muchas puertas a nivel internacional y siempre he presumido de ello. Me ha abierto puertas para poder acreditar un nivel de competencia, muy importante cuando una mujer quiere ir por el mundo paleando y desea conseguir que se la acepte para formar parte de una expedición, por ejemplo.
Dejadme aprovechar esta oportunidad para hacer una propuesta: pediría que se introdujera la categoría de Paracanoe (para personas con discapacidad física) normalizada e integrada en el descenso internacional, como una categoría más, del mismo modo que se hace en maratón y en aguas tranquilas la inclusión en las competiciones organizadas por la RFEP. Y mi propuesta, por si no había quedado claro, es independientemente que se siga celebrando el descenso del Sella Adaptado, organizada por la FEDDF (Federación Española de deporte para Personas con Discapacidad Física)
El piragüismo femenino en España ha evolucionado mucho desde entonces. En aquella época las autóctonas éramos minoría, frente a otras muchas mujeres extranjeras. Nosotras bajábamos solas, éramos pocas, pero no por ello teníamos menos mérito. Nos empeñábamos y entrenábamos como las que más. Jornadas como está, a todas nos hacen mucha ilusión porque suponen que se valore el trabajo de tantas mujeres anónimas de aquella época, auténticas luchadoras.
Afortunadamente, hoy en día las mujeres tienen hecho mucho camino: hay muchas féminas deportistas, los clubs tienen ideas más claras acerca del deporte femenino; además la RFEP, el Consejo Superior y otras entidades y organizaciones como esta han dado un impulso y un apoyo importante a la participación femenina.
En resumen, todo lo vivido en este descenso ha marcado que hoy en día siga practicando y disfrutando como nunca del ambiente del piragüismo. Soy una amante del deporte, de la vida, de la naturaleza y del viajar en piragua y porque no, del buen vivir, cómo lo fue Dionisio.
Un recuerdo entrañable para él, con el cual tuve el honor de cenar en Barcelona, en su restaurante favorito del Tibidabo. Era un hombre de una sencillez exquisita.
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