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Expedición en Kayak de Mar: Groenlandia, Costa Este, Kulusuk.

Esta ola de calor pasada me ha hecho pensar en los días de frio de Groenlandia y solamente viendo las fotos de la expedición, ya me refresco.

Éramos un grupo formado por 5 personas de diferentes países: Francia, Inglaterra, USA, España y el guía de Islandia, tres mujeres y dos hombres en Julio 2016.

Toda expedición empieza unos meses antes, cuando decidimos hacer el grupo e ir a un lugar en concreto. 

La seguridad, la logística, el tipo de embarcaciones, la búsqueda de un guía, vuelos, provisiones… pequeños detalles individuales que harán que la expedición sea un éxito o un fracaso… Pensar , informarse y prepararlo todo previamente es esencial.

Volamos desde Reikiavik a Kulusuk, ciudad de no más de 260 habitantes, cuya principal ocupación es la caza y la pesca.

Allí pasamos dos días de aclimatación física y mental que te invitan a situarte, a investigar, a reflexionar como pueden sobrevivir durante todo el año en uno de los lugares más inhóspitos del planeta.  

En medio de un silencio total el aullido de los perros polares, que están atados en el exterior de cada casa, hace que se escuche una sinfonía de alaridos dignos de apreciar según el momento del día y, sobre todo, cuando los van a alimentar.

Se termina la conexión con el exterior, internet está ko y el móvil solo se podrá utilizar para sacar fotos. 

Cualquier emergencia tendremos que resolverla por la radio VHF y los mensajes vía satélite en el móvil del guía.

Dos días previos para aclimatarnos, para observar cómo conviven los lugareños que incluso nos invitaron a comer foca, riquísima.

Tiempo de preparar, desembalar los kayaks nuevos de “trinca”, de comprar en el único súper las ultimas provisiones, de distribución de todo el material compartido en bolsas estancas…  

A mí me tocó, entre otros, llevar la garrafa de gasoil para cocinar y calentar agua, muchas latas y, en la proa, todo el pan y galletas.

La expedición consistía en navegar entre fiordos, glaciares e icebergs en kayak de mar avanzando hacia el Norte llegando lo más lejos posible para ver lo máximo, paleando durante 10 días, escogiendo la mejor ruta en función del tiempo, de las condiciones del hielo y del grupo, con la mirada atenta para encontrar un buen sitio de acampada cerca de algún riachuelo para proveernos de agua dulce. 

En todo momento teníamos que ser autosuficientes, sin apoyo exterior, llevando todo el equipaje con nosotros: tiendas de campaña, sacos de dormir, ropa de abrigo, comida…. 

Una vez todo colocado dentro de los tambuchos del  kayak, buscando y  encontrando el espacio para cada cosa, cada día la misma rutina:

  • lo primero, al llegar a tierra, será cambiarme de ropa y abrigarme.
  • si llueve, montar la tienda lo más rápidamente posible para cambiarme dentro.

Hacer y deshacer todo el equipaje lleva su tiempo especialmente si los dedos con el frio se vuelven insensibles, pero forma parte del ritual. 

Cada día realizamos entre 15 y 20 millas náuticas, unas 6 o 7 horas en los kayaks con algún que otro desembarco,  no siempre fácil, para reponer fuerzas, estirar las piernas, caminar para explorar el lugar,  hacer fotos, tomar te o café caliente…  

Total calculamos unas 175 millas náuticas recorridas. 

El verano en Groenlandia oriental es corto y puede exhibir todas las clases de tiempo provocados por la corriente caliente del golfo entre Islandia y Groenlandia del Este, aunque el patrón meteorológico es una mezcla impredecible de sistemas marinos de baja presión mezclados con el clima de interior de alta presión más estable. 

Las temperaturas varían de -4 a 10 grados Celsius. 

Tuvimos de todo sol, lluvia, niebla y vientos cambiantes

En verano no hay puesta de sol por lo que se puede disfrutar de 24 horas de luz, lo que invita a controlar el tiempo. Lo único que llevé y que no utilice fue la linterna.

Dormimos, cada uno en su tienda, en sitios tan insólitos como al pie del glaciar Rasmussen, la base aérea americana abandonada en 1942-47 que esta llena de chatarra abandonada, otros lugares sin nombre de impresionante belleza y sorprendente paisaje, con vistas a los glaciares que no paran de rugir mientras se derriten. 

La costa Este de Groenlandia es la tierra de origen de los Osos Polares y tomamos medidas para estar alejados de estos preciosos animales, además, estas aguas están llenas de focas y ballenas teniendo que estar muy pendientes para visualizarlas. 

En tierra nos encontramos a un zorro polar que, si no nos damos cuenta, termina con todas nuestras existencias de galletas. 

Mosquitos, a miles, pero desaparecen en cuanto se levanta un poco de aire, así que todos soplando.

Lo que más nos impactó son los enormes monumentos de hielo que suscitan en la imaginación estatuas y figuras indescriptibles, parecen quietas pero se van moviendo, desplazándose girando sobre si mismas y modelando nuevas figuras, chocando, produciendo ruidos ensordecedores al igual que una tormenta eléctrica.  

Es increíble ver como se mueven los enormes icebergs, en solo el tiempo de montar la tienda mirabas a tu alrededor y este enorme trozo de hielo que tenias a tu espalda había desaparecido o juntado y chocado con otro trozo cambiando su escultura. 

El cambio climático se palpaba.

El aumento de las temperaturas provocado por el cambio climático muestra que la capa de hielo marino del Ártico se reduce cada año, el efecto invernadero y el derretimiento de la masa de hielo junto con la rotura de los glaciares en enormes pedazos de hielo formando los icebergs deshaciéndose…

Todo esto ayuda a la subida del nivel del mar, que ya se deja notar en muchas zonas costeras del planeta.  

Observar mis fotos donde veréis que no miento, como la morrena lateral, centra, o frontal  formada por sedimentos de roca, grava… cada vez  más enormes.

Diana, que había estado 10 años antes navegando en kayak en Groenlandia, nos comentaba con estupor como las lenguas de los glaciares habían retrocedido, también lo podíamos observar con nuestros propios y como ahora podíamos andar por sus frentes.

El viaje te invita a pensar y reflexionar sobre el compromiso con el medio ambiente, observas como han retrocedido los glaciares, a la velocidad que se van destruyendo los icebergs y témpanos a tu alrededor.

Lo mas duro de esta expedición y no quiero entrar en detalles, fue la convivencia, solo éramos 5, simplemente no funcionó, el grupo no funcionó como una unidad, el ambiente era terrible. El guía, un buen tipo, pero inútil cómo guía y líder de grupo.

Si no hubiera sido por Diana y que estaba en un lugar remoto me habría ido a casa después del segundo día … 

Aún así fue inolvidable, valió la pena. 

Ahora es historia, los viajes terminan pero los recuerdos positivos duran toda la vida.

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